domingo, 17 de febrero de 2013

Capítulo 7- Legna.

Oímos unos sonidos raros entre la maleza. Sía, Rand y yo nos despertamos en seguida y yo le di una ''suave'' patada en las costillas a Kendz para que se levantara. Se levantó quejándose y diciendo algo de delicadeza. Apareció un hombre con túnica blanca y alas. Sí, alas. Como las mías pero mucho más grandes. Mis alas eran pequeñas, lo cual era bueno porque tenía que esconderlas. Pero él, si estábamos donde yo creía que estábamos no tendría que esconderlas, más bien las luciría con orgullo.
Un ángel.
Nos miraba fijamente, con una mirada penetrante que a mi me ponía los pelos de punta. Tenía la boca firmemente cerrada, el pelo castaño y canoso, la cara le hacía parecer más joven de lo que se veía por el pelo.
-Hola.
Cuando habló me estremecí. Su voz era profunda y clara.
-¿Hola?--dije yo con una cara extraña.
-Siento... Despertaros. Aquí no se duerme mucho.
-¿Dónde es aquí?- dijo Sía adelantándose- Llegamos a este lugar casi sin saberlo y...
-Para descubrirlo- interrumpió el ángel - tendréis que seguirme.
-¿Seguirte? -dijo Kendz con desprecio - Seas lo que seas, eres un desconocido y...
-Iremos con usted -dije interrumpiendo a Kendz antes de que metiese más la pata.
-Pero Cer...-empezó a decir él.
-¿Saldremos ahora?- dije ignorándole.
-Si os encontráis bien en cuanto a energía y horas de sueño, sí. Si no, podríamos esperar a mañana, cuando haya salido el sol.
-¿Eh?- dijo Sía.
-Que si habéis dormido suficiente para salir ahora- dije yo.
-Sí- dijeron Kendz, Sía y Rand al unísono.
-Vale, pues... -dije yo mirando al ángel- Podemos salir ahora, señor...
-Llamadme Legna.
-Eso es ángel al revés- dijo Kendz.
-No sabríais pronunciar mi nombre- dijo él.
-Esto parece una película mala- dijo Sía.
-Esto es real- dijo él- aunque desearíais que no.

Nos llevó por donde pensaba llevarlos yo.
-Oye...- dijo Sía en mi oído- ¿Has visto su espalda?
-Sí- dije yo mirándole-. Tiene alas.
-¿Eso significa que es...?
-¿Un ángel?- acabé yo por ella- Pues supongo.
-Ver para creer- dijo ella ensimismada.
-Tranquila. Es un ángel, no nos va a matar.
-Un ángel, como tú.
-No sabes hasta que punto eso es verdad...- dije yo riendo mientras Sía me miraba como si estuviese loca.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Capítulo 6- Charla

Le seguí el beso un poco a Kendz, pero me separé en seguida. Estaba sorprendida. ¿De verdad creía que le había perdonado? Iba a decírselo todo, pero... Me dio pena. Me sentí estúpida pero acabé abrazada a él.
Se lo explicamos a los otros. Bueno, miento, yo se lo expliqué a Sía aparte después para que no me pegase y eso.
-¿Estás loca?
-Creo que si.
-Cer, cariño, explícaselo.
-No puedo.
-¿Se lo explico yo?
-Menos.
-Pues díselo.
-Me cuesta ser mala.
-Así eres tonta. Sufrirás como la última vez.
-Sía...
-"Sía..."no. ¡Explícale que no le quieres, que te gusta Rand!
-¿Qué?
-Te gusta Rand.
-Sí.
-Pues así también le haces daño a él. Y a Rand porque te quiere.
-Eso es mentira.
-¡Si, soy Pinocho, lo que tienes en el ojo es mi nariz!
-No le gusto.
-Le encantas.
-¡Cállate, Sía!
-¡No! ¡Porque te va a humillar!
-¡Me da igual lo que piense la gente!
-¡Pero no lo que piense Rand! Así que explícale porque sales con Kendz. Y luego rompe con Kendz.
-No puedo romper con él. No soy capaz de ser así. Sabes como soy.
-Un cielo, un amor y un ángel, lo se Cérida. Pero este asunto es serio. Y no puedes seguir ocultando lo que sientes a Rand.
-Sía, por favor. Sabes que soy tímida. Y no puedo cambiarlo. Soy como soy. Y punto.
-Pero odio verte triste.
Sía me abrazó y yo me di cuenta de el por qué de la charla.
-Sía, no te preocupes por mi. Porque algún día lograré ser... Normal.
-No eres rara. Eres especial. Demasiado buena.
-"Demasiado", exacto.
-Bueno, ¿tú sabes algo de dónde estamos?
-Algo se. Pero... No estoy segura. Y es un secreto.
-¡Secretos a mi no! Cer, amor, cuenta.
-Ya te contaré, Sía.
-¡Vamos, angelita!
Me reí como una loca. Si Sía hubiese sabido que lo que me pasaba tenía que ver con los ángeles...
Nos fuimos a la cama cuando era de noche ya, pero algo interrumpió nuestro sueño...

viernes, 21 de diciembre de 2012

Capítulo 5- ¿Qué?

Desperté en unas altas montañas, con Kendz y Sía a mi derecha y Rand a mi izquierda. Suspiré. Rand y Sía estaban despiertos y Kendz seguía con la cara en el suelo, durmiendo. Miré a mi al rededor, y vi una fortaleza en una montaña bastante lejana. Me levanté, en silencio, igual que Rand y Sía y oí un ''CRACK''. Miré al suelo y vi mis gafas.
-Oh, no...- dijo Sía a la vez que yo.
-¿No os parece que hay mucha luz?- dijo Rand sin darse cuenta de lo de mis gafas.
-Si, me estoy quedando ciega...- dijo Sía entrecerrando los ojos.
-Pues yo veo bien-dije yo mirando a mi al rededor-. Mejor que normalmente con gafas.
-¿Dónde estamos?- dijo Rand cambiando de tema y mirando mis gafas destrozadas en el suelo.
-Una montaña Rand. Se llama así cuando el terreno sube.
-Gracias, Sía- dijo Rand-, pero se que es una montaña. Me refiero a que montaña en que parte del mundo.
No llegamos a responder, porque Kendz se despertó.
-¿Dónde estamos?
-No se sabe- dijo Sía.
-¿Cómo hemos llegado?
-Tampoco se sabe.
-¿Sabéis algo?- dijo Kendz, resoplando- Desde luego...
-Sabemos que eres estúpido- replicó Sía poniendo los ojos en blanco.
-Lo mismo te digo- dijo Kendz con voz melosa-. Niñata.
-Kendz. ¡CÁLLATE!- grité yo, con dolor de cabeza.
-Perdona...- susurró Kendz mirándome a los ojos. Bajé la mirada. Me dolía mirarle, me traía a la memoria recuerdos felices.
Me extrañó que se callase. Era Kendz. Me odiaba. Yo le odiaba a él. Era un bonito odio mutuo que demostrábamos a todas horas. Sobretodo cuando nos veíamos por la calle y podía gritarle de todo a gusto. Me sentía mejor, teniendo en cuenta todo por lo que había pasado por su culpa.
Ya era casi de noche. Parecía que había una diferencia horaria de varias horas entre nuestra ciudad y el lugar donde habíamos llegado.
-¿Vamos a movernos?- preguntó Rand- Porque casi es de noche...
-Mejor será que no-dije yo empezando a caminar-. Acampemos.
-¿Dónde?- dijo Kendz. Pero no había ironía en su voz, lo que me sorprendió gratamente.
-En tu cara -dijo Sía con sarcasmo-. ¿Dónde va a ser? Aquí.
-¿En el suelo?
-Se estará mejor en el suelo que en otra parte, Kendz, hace muchísimo calor- dije yo, recogiendo lo que quedaba de mis gafas.
Las gafas no se podían arreglar, las había pisado con ganas. Pero no las necesitaba, curiosamente, en ese sitio donde el resto se quedaban ciegos por el exceso de luz aunque fuese casi de noche.
Bajamos la montaña, hasta un lugar resguardado, donde suponíamos que no habría animales salvajes. Todos habíamos ido de acampada de pequeños, así que sabíamos como hacer fuego. Kendz insistió en ir conmigo a por ramas mientras Rand y Sía improvisaban el campamento.
-Oye, Cer...-empezó a decir Kendz mirándome.
-Una cosa...- le corté yo- Si vas a insultarme métete el insulto por donde no te quepa.
-Tranquila, solo quería hablar contigo- dijo.
-¿Sobre qué?
-Sobre que te quiero, que no puedo vivir sin ti y sobre que soy un estúpido por haber roto contigo. Sobre que lo siento.
-¿Qué?- dije yo dejando caer las ramas que llevaba en las manos.
-¿Tengo que repetirlo?
-No, pero... ¿Qué?
Kendz resopló.
-Que te quiero. Creo que eso se entiende.
-Si, pero... ¿Qué?
-Que te he echado de menos desde que rompí contigo. Que lo siento mucho y que he sido un estúpido por no valorarte teniendo en cuenta lo que hacías tú por mi. Siempre fuiste... un ángel. Yo fui un demonio contigo y aun así tú me aguantabas. Estabas a mi lado. Por eso te quiero. Por eso y porque eres perfecta. Eras demasiado buena para estar conmigo y lo estabas. Sigues siendo demasiado buena, pero te quiero a mi lado. Por favor...
Fui a acercarme a él, pero lo malinterpretó y cuando tropecé con una rama... me besó.

sábado, 8 de diciembre de 2012

Capítulo 4- Portal

Llegamos a la excavación en autobús. Ese día iba vestida de blanco, como casi siempre. Me puse una gorra roja nada más llegar, había demasiado sol. Fuimos a la excavación, donde un sonriente y rojo voluntario nos explicó lo que habían encontrado:
-Se cree que es un pueblo perdido. Conocía ya la escritura, aunque no se parece a ninguna de las escrituras que conozcamos de antes...
Mientras lo decía, nos enseño una losa en la que había unos extraños y retorcidos símbolos. Al verlos, un escalofrío me recorrió la columna. Como si ya la hubiese visto alguna vez. Una palabra pasó por mi cabeza: ''portal''. Un dolor de cabeza entró junto a esa palabra. Me agarré a Sía cuando se me doblaron las rodillas y me vi obligada a apartar la vista de esa losa. Sía me miró, sorprendida, pero pensó que era de mi enfermedad y esperó a que se me pasase. Miré al suelo intentando vaciar mi mente hasta que se me pasó. Habían cambiado de objeto. Una sandalia. La miré, curiosa. En la suela tenía más símbolos que me dieron otro dolor de cabeza. Sía no dejaba de mirarme, preocupada. Sonreí debilmente mientras miraba al suelo, esperando a que dejasen de enseñar los objetos. El hombre dejó la losa y la sandalia en una mesa y nos fuimos a almorzar. Sía me parío cogiéndome del brazo y me dijo:
-¿Qué mosca te ha picado? Pareces enferma.
-Estoy bien...- dije yo debilmente- Solo me ha dado un dolor de cabeza.
-Por un simple dolor de cabeza no se te doblan las rodillas, Cer. Dime que te pasa- dijo Sía mirándome seria.
No tuve que responder porque Kendz apareció, agarrando del brazo a Rand.
-Quiero hablar conti... ¿Qué hacéis vosotras aquí?- dijo Kendz viéndonos.
-Lo mismo que vosotros, al parecer. Hablar- dijo Sía fríamente.
-Eh, mirad la losa esa...- dijo Kendz ignorando a Sía y cogiendo la losa.
-Suéltala, Kendz- dije yo mirándole fijamente.
-¿O qué?- preguntó Kendz burlón.
-O lo pagarás.
Kendz, tomándose como una broma mi comentario, echó a correr con la losa en las manos y conmigo pisándole los talones. Llegamos a una colina y la subimos, con Sía y Rand persiguiéndonos. Al subir, Kendz tropezó con una piedra y cayó ante una roca de gran tamaño. Le quité la losa de las manos y pasé a examinar la roca.
-¿Qué le pasa a esa roca, Cer?- preguntó Sía mirándome.
-Es extraña, como si se pudiese encajar algo... ¡Esperad! -dije yo cogiendo la losa con ambas manos y poniéndola en el hueco de la roca.
Una luz nos envolvió a Rand, Sía Kendz y a mi. Y después oscuridad.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Capítulo 3- Hospital

Estaba con Rand,  llevándole a el sitio donde hacíamos los deberes de verano.
-¿Y dónde quedaba eso?- preguntó Rand con las manos en los bolsillos.
-Vamos al instituto o a un local que hay en frente. Hoy vamos al local.
-¿Local de bar?
-Si, vamos a tomar alcohol.
-¡Vale! ¿Mañana me vuelves a acompañar?
-Tengo médico. Que lo haga Sía.
-¿Aún sigues con la enfermedad esa que tenías de pequeña?
-Era incurable y lo sabes, Rand.
-Es que nunca te ha pegado estar enferma, con lo... viva que estás.
-Me alegro de no parecer un zombie.
-Me alegro de que no seas un zombie, seguro que me comerías-dijo Rand riéndose.
-Para que un zombie te coma se necesita cerebro, cariño.
-Ya se ha estropeado mi plan de ser un cebo para zombies. Mañana te tendré que usar a ti.
-Oh, que honor, mañana cuando tenga una aguja en el brazo iré a cazar zombies. Qué chachi.
-Ah, se me había olvidado lo de la aguja... ¿Y no te cansas de ir al hospital?
-Es entretenido. Además, me adoran. Todos me conocen. Me llaman Cérida Alas Blancas.
-¿Los pelillos de la espalda?
-Los pelillos de la espalda- confirmé.
-Debe ser divertido.
-Me conocen hasta las de la limpieza.
-Eso si que es genial.
-Ciertamente. Bueno, ya hemos llegado- dije yo, entrando en el local.
-¡Cer! ¿Esta tarde vienes a la piscina?- dijo Sía nada más verme.
-No- dije yo, directa.
-¿Por qué?- dijo Sía acercándose a mi con los brazos abiertos.
-Mañana tengo médico.
-Entonces vale- dijo Sía cerrando los brazos.
-¿No me estrangulas?- dije yo, esperanzada.
-No... de momento.
-No sois normales- dijo Rand alejándose de nosotras.

Nos fuimos a la parte del local donde ayudaban con castellano.
-Cérida, ¿que haces aquí?- dijo el monitor cruzando los brazos.
-Yo he venido a aprender, aunque Rand ha venido a emborracharse.
-Cérida, ya te lo sabes todo.
-Pero hacer los deberes aquí es más divertido.

El local era un bonito lugar, de paredes blancas y suelos amarillos, lleno de dibujos que habíamos hecho los que íbamos allí a lo largo del tiempo y de niños. Era un lugar alegre. Pasamos el día allí y nos fuimos.
-Antes de que os vayáis- dijo el monitor-, el sábado vamos a una excursión a una excavación arqueológica. Os lo digo para que os traigais gorras.
-¿Y un bocata de tortilla de patata?- dije yo, recogiendo mis cosas.
-Si, Cérida, y un bocata de tortilla de patata. ¿Para que vienes?
-No finjas, se que me amas.

Al día siguiente estaba en el hospital, con una aguja en el  brazo mientras me ponían la medicación por vena. Por la tarde, a la hora de las visitas, mientras mi madre se tomaba un café en la máquina, vinieron a verme.
-¡Hola!- dijo Sía acompañada de Rand y Kendz.
Miré a Kendz sorprendida. ¿Qué pintaba ese ahí?
-Yo quería que estuvieses en camisón- dijo Rand mirando el pijama de hospital que llevaba.
Sía se acercó a mi, me abrazó, y me dijo al oído:
-Kendz se ha acoplado al saber que hemos venido a verte... Creo que está celoso de Rand.
Yo sonreí involuntariamente. Kendz siempre había sido celoso a más no poder, pero él me había dejado por otra en cuanto me puse las gafas. Me lo dijo en clase delante de todos, pero yo en vez de hacerme la ofendida y pegarle, sonreí y le dije:
-Me alegro por mi.
Eso le humilló mucho, pero yo no estaba tan bien como aparentaba. Pero ya lo tenía superado, aunque si podía insultar a Kendz, lo hacía, todo hay que decirlo.
-Lo siento mucho, Rand, pero en este hospital son muy dignos y te dan pantalones- dije yo.
La visita acabó en cuanto mi madre apareció por allí, y todos se fueron.

El sábado me levanté con un extraño presentimiento. Me pareció que ese día iba a ser extraño, como si algo fuese a cambiar...

sábado, 27 de octubre de 2012

Capítulo 2- Pintando

Salí del instituto con Rand y Sía. Rand me acompañó a mi casa, después de todo era él el que se había mudado a la casa de al lado.
-Oye...
-Dime- dije yo mirándole.
-¿Os han puesto deberes para el verano que si no haces te dan examen?
-Si- dije yo sonriente-. Sía y yo iremos a hacerlos a un sitio todas las mañanas.
-A que voy- dijo Rand sonriendo.
-Ven. Más divertido que es.
-Pues voy- dijo Rand dejándome en mi casa. Entré sonriendo y bajé a mi sotano. En ese momento me llamaron.
-Oye. Que cuando es eso- dijo Rand. Me reí y se lo dije.
-Y, oye, si te parece voy a por ti veinte minutos antes.
-Vale.
Colgué y me senté en el sótano. Me gustaba bajar ahí y estaba planeando convertirlo en mi habitación. Pero tenía que pintar y me daba pereza. Me puse música y un montón de bandejas de pintura y las puse en el suelo. Me calcé con unas viejas deportivas altas y empecé a bailar de una manera aleatoria por toda la habitación, llenando el suelo de mis pisadas. Cuando me cansé de bailar miré como había quedado. Me gustó como había quedado. Me fui y miré el reloj. Era la hora de comer y mis padres no estaban. Hice una tortilla en el microondas. Me la comí en la cocina, viendo la televisión. Al acabar apagué la tele y me fui al comedor, sin saber que hacer. Con una sonrisa y una idea corrí a mi habitación y me puse una camiseta de tirantes que tenía rasgada en la espalda para poder sacar las alas. Bajé al sotano. La pintura del suelo estaba húmeda, pero para hacer lo que quería hacer no necesitaba tocar el suelo. Extendí las alas, alegre. Me quité las gafas y eché a volar. Sonreí. Siempre que volaba me sentía en una nube, feliz. Di una pirueta en el aire y subí hasta arriba. Mi sótano era un sitio muy grande, con el techo alto. Una vez arriba cogí un pincel y empecé a pintar una pared de color negro. Las pinté todas. En el tiempo en el que pinté todas las paredes se secó la primera. Pinté en el centro una cosa rara con muchas ramas. Con una sonrisa subí a mi habitación volando, cogí una caja, bajé y puse una foto en cada borde de la rama. Lo miré sonriente. Por encima empecé a pintar unos infinitos por toda la pared, muy pequeños. En otra pared pinté unas llamas que salían del suelo y llegaban casi hasta el techo, pero no llegaban a tocar los infinitos que seguí pintando a lo largo de esa pared. En la siguiente, donde estaba la puerta pinté unas grandes alas blancas, continuando por arriba con los infinitos. En la siguiente me bloqueé pensando. No sabía que dibujar y me senté en los escalones que llevaban al suelo, pensativa. Miré la mancha de nacimiento en forma de infinito que tenía en el tobillo, pensativa. Cogí mis gafas, las limpié y me las puse. No se me ocurría que pintar, así que empecé a dibujar por la pared cosas al azar, con un lápiz. Sin darme cuenta había dibujado nubes por casi toda la pared. Acabé los infinitos. Normal lo de las nubes, teniendo en cuenta las alas y tal. Cuando acabé eran las once. Mis padres trabajaban hasta muy tarde los viernes así que cogí lomo, me lo metí en un bocata y me puse a ver una película de miedo hablando por teléfono con Sía, comentando la película.
-¿Para que se mete ahí? ¿No ve que le van a matar?- dije yo.
-Es que desde luego... Yo estoy en una casa encantada como esa y no me ven el pelo, en serio. Es que es tonta. Ahora es cuando aparece alguien con un cuchillo...-respondió Sía.
-Y ahí está. Y no huye, la condenada, se queda ahí hablando tranquilamente con él para que le mate. Novio aparece en tres, dos, uno...
-Ahí esta. No te la lleves, chaval, ponte a hablar con el asesino tú también, total, es gratis.
-A ver... Si, el asesino se lanza contra ellos, muy bien. El chico pelea, la chica se queda ahí chillando... En serio, campeona, ¿por qué no huyes y dejas que muera?- dije yo, sin ningún interés.
-Y... Si, ya ha muerto. Ahora el asesino ha visto a la chica. ¡No te quedes ahí parada, huye niña!
-Si, ahora los traumas del asesino.
-Bla, bla, bla... Mis padres me abandonaron, me crié en un orfanato... lo normal.
-La chica le compadece, se acerca... ¡Cuchillo en el estómago! Vaya, ¿no? ¿Le abrazas? Ah, vale, saca el cuchillo... Corre y chilla niña- dijo Sía, dando a entender por su tono de voz que se divertía más comentando la película que viéndola.
-¿El asesino le ha encerrado en una habitación con puertas de cristal y llena de sillas? Oh Dios, no se como escapará de ahí...
-Y no sale. Ah, vale, llega el amigo del novio y abre la puerta girando el pomo... Ni la llave estaba echada.
-Va a sus brazos, le abraza, le cuenta que el novio ha muerto, besito feliz, explosión de casa, huyen a tiempo, asesino no (ni se molestan en comprobarlo, que podría haber huído también)-dije yo, desesperada.
-Vale, ya se ha acabado. ¿Por qué la hemos visto?- dijo Sía, riéndose.
-¿Pena?
-Ah, vale. ¿Mañana te vienes a la piscina por la tarde?
-Puf... Mañana por la mañana te digo, ¿vale?
-Vale, adiós- dijo Sía colgando.
Ni loca iría. Me miré las alas, pensando lo que podía hacer por ellas y lo que no podía hacer... Suspiré y me fui a la cama.

sábado, 13 de octubre de 2012

Capítulo 1- Cumpleaños

Me levanté, me puse las gafas y fui a lavarme la cara. Extendí las alas. Las tenía dormidas. Las agité un par de veces y tiré el champú de la estanteria. Suspiré y lo recogí. Ser un ángel tenía sus cosas malas y sus cosas buenas. Siendo ángel, viviendo en la Tierra y teniendo que ocultar que eres ángel solo sabías las cosas malas. Entré en mi habitación un poco más despierta. Miré el calendario. Solté una maldición. ¡Era mi cumpleaños! Me quité el pijama y hice que las alas abrazaran mi cuerpo. Saqué unos vaqueros blancos cortos y una camiseta blanca y me vestí corriendo. Corrí al baño y me planché el pelo. Me puse un cinturón negro y unas deportivas y una diadema del mismo color. Cogí un bolso y metí el monedero, las llaves y el móvil dentro. Bajé corriendo a la cocina y oí que llamaban al timbre. Solté otra maldición. Abrí la puerta y Sía me cogió del brazo y me arrastró fuera de mi casa. Cogí mi móvil y envié un mensaje a mi madre: ''Sía me secuestra. A saber cuando me lleva de vuelta''. Y me dejé llevar por Sid. Cuando empezaba a encontrarme mal de tanto correr tras Sía bajo el sol y le grité:
-¡Sía! Ya, ¿no? ¿Dónde me llevas? ¡Para! ¡Déjame parar, que me da algo! ¡Que no he desayunado! ¡Todos los cumpleaños igual! ¡Y habla de una vez!- dije yo intentando soltarme. Me sonó el móvil y Sía por fin me soltó. Miré quien era. Sorprendida, cogí el teléfono:
-¿Si?
-¿Cérida?
-¿Rand?-dije yo mientras Sía me miraba abriendo mucho los ojos.
-¡Hola! ¿Qué tal te va por ahí?
-Bien, aquí con Sía... ¿Como es que llamas?
-¡Casi se me olvida! ¡Felicidades por los últimos cuatro cumpleaños!
-¡Gracias cuatro mil! ¿Como es que este año te acuerdas?
-Cosas... ya te contaré. Quedan pocos días para acabar el curso, ¿eh?
-Cinco días de clase... ¿Te han dado ya las notas?
-¿Y ese tema de conversación tan deprimente?- dijo Rand riéndose. Estuve cinco minutos hablando con él hasta que Sía me pidió que le pasase el teléfono y empezó a hablarle de mi:
-¿Sabes que empezó a salir con Kendz?- dijo Sía en un tono de discreción totalmente audible. Tenía el altavoz puesto y oí lo que respondió:
-¿Con el que era mi amigo?
-¡Si! Le dejó cuando se puso gafas.
-¿Cérida se ha puesto gafas?-dijo Rand con tono de estar sorprendido- Tengo que hacerme alguna red social de esas raras para que me tengais al tanto.
-Bueno, te dejamos que ya he acabado de arrastrar a Cer al sitio donde íbamos. ¡Adios!
-Adios chicas.
-Adios Rand... - dije yo pensativa. ¿Porque había elegido ese año para llamarme? Rand era imprevisible...
Sía me tapó los ojos.
-¡Sía, que me manchas las gafas! -dije yo mientras Sía me arrastraba a algún sitio. Por el olor me pareció que entraba en su jardín. Se lo dije:
-Fiesta en tu casa, ¿eh?
Soltó una maldición.
-Odio tu olfato perfecto.
-No es mi olfato perfecto, es que tu jardín es el único que huele a rosas y a menta de toda la ciudad-repliqué yo sonriente.
-Igualmente no es en mi casa.
Rodeamos la casa y me llevó a su jardín. Suspiré. Su casa tenía piscina y yo tenía un bañador en su casa. El insituto tenía piscina y allí si nadaba, pero fuera del instituto no. Si no me verían las alas. Dentro del instituto se me activaba el camuflaje de las alas, que es que me salen unos pelitos blancos en vez de las alas pero fuera no.
Una vez en su jardín Sía me quitó las manos de los ojos y vi a las gemelas, Sol y Luna y a la hermana pequeña de Sía, Enna. Sonreí. Las de siempre, vamos. Me senté en una silla y me quité los zapatos, igual que las otras. Me senté en el borde de la piscina con los pies dentro. Sol y Luna entraron en la piscina salpicándome entera. Les miré mal. Sía se acercó a mi y me cogió de un pie. Antes de que pudiese evitarlo estaba dentro de la piscina. Noté como se me pegaba la camiseta a la espalda y solté una maldición. Sía tiró la toalla de su hermana dentro de la piscina y yo me la puse de capa para salir. Sía me miró de arriba a abajo y me metió en su casa. Me dejó ropa y se fue abajo para controlar que Sol y Luna no matasen a su hermana. Me cambié y bajé. Me gruñía el estómago. No había desayunado por culpa de Sía. Me dio un zumo y una ensaimada. Me conformé. Estuvimos todo el día allí. Me dieron tarta, me cantaron el ''Feliz catorce cumpleaños, campeona'' y tomamos el sol hasta las ocho, que me vestí otra vez con mi ropa, que se había secado después de estar todo el día al sol, y me fui. Al ir a entrar vi un camión de mudanzas parado en frente de la casa de mis vecinos. Esa había sido la casa de Rand hacía cuatro años pero nadie la había vuelto a ocupar. Mi instinto me dijo que me iba a llevar una sorpresa.
El domingo pasó normal. El resto de la semana de curso también. Pero llegó el viernes... era opcional ir y me arrastraban a los talleres y tal. Estaba corriendo con Sía cuando me choqué con alguien. Era un chico. Tenía el pelo negro y los ojos verdes. Le miré y susurré:
-¿Rand?
Me abrazó. Yo aún estaba sorprendida. ¿Era Rand? ¿Mi Rand? Abrazó también a Sía y nos dijo:
-Por esto te llamé.
Me reí. En ese momento pasó un chico corriendo. Kendz. Puse cara de asco. Kendz dijo:
-¿Rand? Choca los cinco tío.
Rand los chocó y en cuanto Kendz se giró empezó a reirse. Nos explicó que había ido a por la matrícula y que haría tercero con nosotras. Estaba más feliz imposible. Además Rand estaba muy guapo...

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