sábado, 27 de octubre de 2012

Capítulo 2- Pintando

Salí del instituto con Rand y Sía. Rand me acompañó a mi casa, después de todo era él el que se había mudado a la casa de al lado.
-Oye...
-Dime- dije yo mirándole.
-¿Os han puesto deberes para el verano que si no haces te dan examen?
-Si- dije yo sonriente-. Sía y yo iremos a hacerlos a un sitio todas las mañanas.
-A que voy- dijo Rand sonriendo.
-Ven. Más divertido que es.
-Pues voy- dijo Rand dejándome en mi casa. Entré sonriendo y bajé a mi sotano. En ese momento me llamaron.
-Oye. Que cuando es eso- dijo Rand. Me reí y se lo dije.
-Y, oye, si te parece voy a por ti veinte minutos antes.
-Vale.
Colgué y me senté en el sótano. Me gustaba bajar ahí y estaba planeando convertirlo en mi habitación. Pero tenía que pintar y me daba pereza. Me puse música y un montón de bandejas de pintura y las puse en el suelo. Me calcé con unas viejas deportivas altas y empecé a bailar de una manera aleatoria por toda la habitación, llenando el suelo de mis pisadas. Cuando me cansé de bailar miré como había quedado. Me gustó como había quedado. Me fui y miré el reloj. Era la hora de comer y mis padres no estaban. Hice una tortilla en el microondas. Me la comí en la cocina, viendo la televisión. Al acabar apagué la tele y me fui al comedor, sin saber que hacer. Con una sonrisa y una idea corrí a mi habitación y me puse una camiseta de tirantes que tenía rasgada en la espalda para poder sacar las alas. Bajé al sotano. La pintura del suelo estaba húmeda, pero para hacer lo que quería hacer no necesitaba tocar el suelo. Extendí las alas, alegre. Me quité las gafas y eché a volar. Sonreí. Siempre que volaba me sentía en una nube, feliz. Di una pirueta en el aire y subí hasta arriba. Mi sótano era un sitio muy grande, con el techo alto. Una vez arriba cogí un pincel y empecé a pintar una pared de color negro. Las pinté todas. En el tiempo en el que pinté todas las paredes se secó la primera. Pinté en el centro una cosa rara con muchas ramas. Con una sonrisa subí a mi habitación volando, cogí una caja, bajé y puse una foto en cada borde de la rama. Lo miré sonriente. Por encima empecé a pintar unos infinitos por toda la pared, muy pequeños. En otra pared pinté unas llamas que salían del suelo y llegaban casi hasta el techo, pero no llegaban a tocar los infinitos que seguí pintando a lo largo de esa pared. En la siguiente, donde estaba la puerta pinté unas grandes alas blancas, continuando por arriba con los infinitos. En la siguiente me bloqueé pensando. No sabía que dibujar y me senté en los escalones que llevaban al suelo, pensativa. Miré la mancha de nacimiento en forma de infinito que tenía en el tobillo, pensativa. Cogí mis gafas, las limpié y me las puse. No se me ocurría que pintar, así que empecé a dibujar por la pared cosas al azar, con un lápiz. Sin darme cuenta había dibujado nubes por casi toda la pared. Acabé los infinitos. Normal lo de las nubes, teniendo en cuenta las alas y tal. Cuando acabé eran las once. Mis padres trabajaban hasta muy tarde los viernes así que cogí lomo, me lo metí en un bocata y me puse a ver una película de miedo hablando por teléfono con Sía, comentando la película.
-¿Para que se mete ahí? ¿No ve que le van a matar?- dije yo.
-Es que desde luego... Yo estoy en una casa encantada como esa y no me ven el pelo, en serio. Es que es tonta. Ahora es cuando aparece alguien con un cuchillo...-respondió Sía.
-Y ahí está. Y no huye, la condenada, se queda ahí hablando tranquilamente con él para que le mate. Novio aparece en tres, dos, uno...
-Ahí esta. No te la lleves, chaval, ponte a hablar con el asesino tú también, total, es gratis.
-A ver... Si, el asesino se lanza contra ellos, muy bien. El chico pelea, la chica se queda ahí chillando... En serio, campeona, ¿por qué no huyes y dejas que muera?- dije yo, sin ningún interés.
-Y... Si, ya ha muerto. Ahora el asesino ha visto a la chica. ¡No te quedes ahí parada, huye niña!
-Si, ahora los traumas del asesino.
-Bla, bla, bla... Mis padres me abandonaron, me crié en un orfanato... lo normal.
-La chica le compadece, se acerca... ¡Cuchillo en el estómago! Vaya, ¿no? ¿Le abrazas? Ah, vale, saca el cuchillo... Corre y chilla niña- dijo Sía, dando a entender por su tono de voz que se divertía más comentando la película que viéndola.
-¿El asesino le ha encerrado en una habitación con puertas de cristal y llena de sillas? Oh Dios, no se como escapará de ahí...
-Y no sale. Ah, vale, llega el amigo del novio y abre la puerta girando el pomo... Ni la llave estaba echada.
-Va a sus brazos, le abraza, le cuenta que el novio ha muerto, besito feliz, explosión de casa, huyen a tiempo, asesino no (ni se molestan en comprobarlo, que podría haber huído también)-dije yo, desesperada.
-Vale, ya se ha acabado. ¿Por qué la hemos visto?- dijo Sía, riéndose.
-¿Pena?
-Ah, vale. ¿Mañana te vienes a la piscina por la tarde?
-Puf... Mañana por la mañana te digo, ¿vale?
-Vale, adiós- dijo Sía colgando.
Ni loca iría. Me miré las alas, pensando lo que podía hacer por ellas y lo que no podía hacer... Suspiré y me fui a la cama.

sábado, 13 de octubre de 2012

Capítulo 1- Cumpleaños

Me levanté, me puse las gafas y fui a lavarme la cara. Extendí las alas. Las tenía dormidas. Las agité un par de veces y tiré el champú de la estanteria. Suspiré y lo recogí. Ser un ángel tenía sus cosas malas y sus cosas buenas. Siendo ángel, viviendo en la Tierra y teniendo que ocultar que eres ángel solo sabías las cosas malas. Entré en mi habitación un poco más despierta. Miré el calendario. Solté una maldición. ¡Era mi cumpleaños! Me quité el pijama y hice que las alas abrazaran mi cuerpo. Saqué unos vaqueros blancos cortos y una camiseta blanca y me vestí corriendo. Corrí al baño y me planché el pelo. Me puse un cinturón negro y unas deportivas y una diadema del mismo color. Cogí un bolso y metí el monedero, las llaves y el móvil dentro. Bajé corriendo a la cocina y oí que llamaban al timbre. Solté otra maldición. Abrí la puerta y Sía me cogió del brazo y me arrastró fuera de mi casa. Cogí mi móvil y envié un mensaje a mi madre: ''Sía me secuestra. A saber cuando me lleva de vuelta''. Y me dejé llevar por Sid. Cuando empezaba a encontrarme mal de tanto correr tras Sía bajo el sol y le grité:
-¡Sía! Ya, ¿no? ¿Dónde me llevas? ¡Para! ¡Déjame parar, que me da algo! ¡Que no he desayunado! ¡Todos los cumpleaños igual! ¡Y habla de una vez!- dije yo intentando soltarme. Me sonó el móvil y Sía por fin me soltó. Miré quien era. Sorprendida, cogí el teléfono:
-¿Si?
-¿Cérida?
-¿Rand?-dije yo mientras Sía me miraba abriendo mucho los ojos.
-¡Hola! ¿Qué tal te va por ahí?
-Bien, aquí con Sía... ¿Como es que llamas?
-¡Casi se me olvida! ¡Felicidades por los últimos cuatro cumpleaños!
-¡Gracias cuatro mil! ¿Como es que este año te acuerdas?
-Cosas... ya te contaré. Quedan pocos días para acabar el curso, ¿eh?
-Cinco días de clase... ¿Te han dado ya las notas?
-¿Y ese tema de conversación tan deprimente?- dijo Rand riéndose. Estuve cinco minutos hablando con él hasta que Sía me pidió que le pasase el teléfono y empezó a hablarle de mi:
-¿Sabes que empezó a salir con Kendz?- dijo Sía en un tono de discreción totalmente audible. Tenía el altavoz puesto y oí lo que respondió:
-¿Con el que era mi amigo?
-¡Si! Le dejó cuando se puso gafas.
-¿Cérida se ha puesto gafas?-dijo Rand con tono de estar sorprendido- Tengo que hacerme alguna red social de esas raras para que me tengais al tanto.
-Bueno, te dejamos que ya he acabado de arrastrar a Cer al sitio donde íbamos. ¡Adios!
-Adios chicas.
-Adios Rand... - dije yo pensativa. ¿Porque había elegido ese año para llamarme? Rand era imprevisible...
Sía me tapó los ojos.
-¡Sía, que me manchas las gafas! -dije yo mientras Sía me arrastraba a algún sitio. Por el olor me pareció que entraba en su jardín. Se lo dije:
-Fiesta en tu casa, ¿eh?
Soltó una maldición.
-Odio tu olfato perfecto.
-No es mi olfato perfecto, es que tu jardín es el único que huele a rosas y a menta de toda la ciudad-repliqué yo sonriente.
-Igualmente no es en mi casa.
Rodeamos la casa y me llevó a su jardín. Suspiré. Su casa tenía piscina y yo tenía un bañador en su casa. El insituto tenía piscina y allí si nadaba, pero fuera del instituto no. Si no me verían las alas. Dentro del instituto se me activaba el camuflaje de las alas, que es que me salen unos pelitos blancos en vez de las alas pero fuera no.
Una vez en su jardín Sía me quitó las manos de los ojos y vi a las gemelas, Sol y Luna y a la hermana pequeña de Sía, Enna. Sonreí. Las de siempre, vamos. Me senté en una silla y me quité los zapatos, igual que las otras. Me senté en el borde de la piscina con los pies dentro. Sol y Luna entraron en la piscina salpicándome entera. Les miré mal. Sía se acercó a mi y me cogió de un pie. Antes de que pudiese evitarlo estaba dentro de la piscina. Noté como se me pegaba la camiseta a la espalda y solté una maldición. Sía tiró la toalla de su hermana dentro de la piscina y yo me la puse de capa para salir. Sía me miró de arriba a abajo y me metió en su casa. Me dejó ropa y se fue abajo para controlar que Sol y Luna no matasen a su hermana. Me cambié y bajé. Me gruñía el estómago. No había desayunado por culpa de Sía. Me dio un zumo y una ensaimada. Me conformé. Estuvimos todo el día allí. Me dieron tarta, me cantaron el ''Feliz catorce cumpleaños, campeona'' y tomamos el sol hasta las ocho, que me vestí otra vez con mi ropa, que se había secado después de estar todo el día al sol, y me fui. Al ir a entrar vi un camión de mudanzas parado en frente de la casa de mis vecinos. Esa había sido la casa de Rand hacía cuatro años pero nadie la había vuelto a ocupar. Mi instinto me dijo que me iba a llevar una sorpresa.
El domingo pasó normal. El resto de la semana de curso también. Pero llegó el viernes... era opcional ir y me arrastraban a los talleres y tal. Estaba corriendo con Sía cuando me choqué con alguien. Era un chico. Tenía el pelo negro y los ojos verdes. Le miré y susurré:
-¿Rand?
Me abrazó. Yo aún estaba sorprendida. ¿Era Rand? ¿Mi Rand? Abrazó también a Sía y nos dijo:
-Por esto te llamé.
Me reí. En ese momento pasó un chico corriendo. Kendz. Puse cara de asco. Kendz dijo:
-¿Rand? Choca los cinco tío.
Rand los chocó y en cuanto Kendz se giró empezó a reirse. Nos explicó que había ido a por la matrícula y que haría tercero con nosotras. Estaba más feliz imposible. Además Rand estaba muy guapo...

jueves, 11 de octubre de 2012

Presentación de los personajes

Cérida Angils
Es una chica ángel que vive en la Tierra. Sus alas son pequeñas y blancas y si va por la calle hace que estas abracen su cuerpo para que no se vean. Nadie sabe que es un ángel. Es enfermiza y pasa mucho tiempo en el hospital. Es adoptada y lo sabe. Es tímida. Lleva gafas. No le gusta que le abracen porque les notarían las alas. Cuando va al hospital o al instituto las alas se transforman en unos pelos blancos que se le quedan en la espalda. Le gusta que le llamen Cer. Tiene los ojos marrones y el pelo marrón y muy largo y sedoso. Le encantan los animales.
Rand Dens
Un humano amigo de Cer. Se mudó cuando tenía nueve años y no había vuelto a ver a Cer hasta que fue el último día de clase al ir a por la matrícula. Tiene el pelo negro y liso y los ojos verdes. Desde que llegó no ha podido dejar de pensar en Cer.
Sía Blerz
La mejor amiga de Cer. Tiene el pelo rubio y los ojos negros. No le gusta que le llamen rubia, insiste en que es morena con mechones rubios. Va a la misma clase que Cérida desde siempre y se pasa el día hablando con ella.  Llama ojitos a Cer.

Kendz Odert
Es el exnovio de Cer. Es un superficial y dejó a Cer cuando esta se puso gafas. Solo le interesa ser popular, por eso empezó a salir con Cérida. Va de guay por la vida. No le gustan los animales. Se pasa media hora todas las mañanas para peinarse. Ha salido con medio instituto y le ha pedido salir al otro medio.

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