viernes, 21 de diciembre de 2012

Capítulo 5- ¿Qué?

Desperté en unas altas montañas, con Kendz y Sía a mi derecha y Rand a mi izquierda. Suspiré. Rand y Sía estaban despiertos y Kendz seguía con la cara en el suelo, durmiendo. Miré a mi al rededor, y vi una fortaleza en una montaña bastante lejana. Me levanté, en silencio, igual que Rand y Sía y oí un ''CRACK''. Miré al suelo y vi mis gafas.
-Oh, no...- dijo Sía a la vez que yo.
-¿No os parece que hay mucha luz?- dijo Rand sin darse cuenta de lo de mis gafas.
-Si, me estoy quedando ciega...- dijo Sía entrecerrando los ojos.
-Pues yo veo bien-dije yo mirando a mi al rededor-. Mejor que normalmente con gafas.
-¿Dónde estamos?- dijo Rand cambiando de tema y mirando mis gafas destrozadas en el suelo.
-Una montaña Rand. Se llama así cuando el terreno sube.
-Gracias, Sía- dijo Rand-, pero se que es una montaña. Me refiero a que montaña en que parte del mundo.
No llegamos a responder, porque Kendz se despertó.
-¿Dónde estamos?
-No se sabe- dijo Sía.
-¿Cómo hemos llegado?
-Tampoco se sabe.
-¿Sabéis algo?- dijo Kendz, resoplando- Desde luego...
-Sabemos que eres estúpido- replicó Sía poniendo los ojos en blanco.
-Lo mismo te digo- dijo Kendz con voz melosa-. Niñata.
-Kendz. ¡CÁLLATE!- grité yo, con dolor de cabeza.
-Perdona...- susurró Kendz mirándome a los ojos. Bajé la mirada. Me dolía mirarle, me traía a la memoria recuerdos felices.
Me extrañó que se callase. Era Kendz. Me odiaba. Yo le odiaba a él. Era un bonito odio mutuo que demostrábamos a todas horas. Sobretodo cuando nos veíamos por la calle y podía gritarle de todo a gusto. Me sentía mejor, teniendo en cuenta todo por lo que había pasado por su culpa.
Ya era casi de noche. Parecía que había una diferencia horaria de varias horas entre nuestra ciudad y el lugar donde habíamos llegado.
-¿Vamos a movernos?- preguntó Rand- Porque casi es de noche...
-Mejor será que no-dije yo empezando a caminar-. Acampemos.
-¿Dónde?- dijo Kendz. Pero no había ironía en su voz, lo que me sorprendió gratamente.
-En tu cara -dijo Sía con sarcasmo-. ¿Dónde va a ser? Aquí.
-¿En el suelo?
-Se estará mejor en el suelo que en otra parte, Kendz, hace muchísimo calor- dije yo, recogiendo lo que quedaba de mis gafas.
Las gafas no se podían arreglar, las había pisado con ganas. Pero no las necesitaba, curiosamente, en ese sitio donde el resto se quedaban ciegos por el exceso de luz aunque fuese casi de noche.
Bajamos la montaña, hasta un lugar resguardado, donde suponíamos que no habría animales salvajes. Todos habíamos ido de acampada de pequeños, así que sabíamos como hacer fuego. Kendz insistió en ir conmigo a por ramas mientras Rand y Sía improvisaban el campamento.
-Oye, Cer...-empezó a decir Kendz mirándome.
-Una cosa...- le corté yo- Si vas a insultarme métete el insulto por donde no te quepa.
-Tranquila, solo quería hablar contigo- dijo.
-¿Sobre qué?
-Sobre que te quiero, que no puedo vivir sin ti y sobre que soy un estúpido por haber roto contigo. Sobre que lo siento.
-¿Qué?- dije yo dejando caer las ramas que llevaba en las manos.
-¿Tengo que repetirlo?
-No, pero... ¿Qué?
Kendz resopló.
-Que te quiero. Creo que eso se entiende.
-Si, pero... ¿Qué?
-Que te he echado de menos desde que rompí contigo. Que lo siento mucho y que he sido un estúpido por no valorarte teniendo en cuenta lo que hacías tú por mi. Siempre fuiste... un ángel. Yo fui un demonio contigo y aun así tú me aguantabas. Estabas a mi lado. Por eso te quiero. Por eso y porque eres perfecta. Eras demasiado buena para estar conmigo y lo estabas. Sigues siendo demasiado buena, pero te quiero a mi lado. Por favor...
Fui a acercarme a él, pero lo malinterpretó y cuando tropecé con una rama... me besó.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Vistas de página en total